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lunes, 30 de agosto de 2021

CONSTANÇA D'ARAGÓ. 1284.

CONSTANÇA D'ARAGÓ.


1284.


https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_III_de_Arag%C3%B3n

https://es.wikipedia.org/wiki/Constanza_II_de_Sicilia


Respira, cor meu, respira,  Que prest del foch que 'l' turmenta  No romandrá ni una espira:




-
Respira, cor meu, respira,


Que
prest del foch que 'l' turmenta


No
romandrá ni una espira:


Un
broll de sanch no 'm retgira


Si
de sanch las taques renta.


De
ta llarga malaltía


Remey
será aquexa sanch.


¿Qu'importa
que noble sia?


Mes
ho era la qu'un dia


Feu
vermell mon manto blanch.


En
mitx de tanta grandesa


Qu'als
pesars consol no dona,


De
cruels inimichs ofesa,


Per
enganar ma tristesa


Duya
d'òr una corona.





CONSTANZA
DE ARAGÓN.


1284.


-
Alienta, corazón mío, alienta; pronto no quedará ni una chispa del
fuego que te abrasa; no me infunde pavor un chorro de sangre, si lava
manchas de sangre.



Medicina
a tu larga enfermedad será esta sangre. ¿Qué importa que sea
noble?
Más lo era la que un dia enrojeció la blancura de mi
manto.


En
medio de tanta grandeza, escaso lenitivo a mis pesares, por crueles
enemigos ultrajada, no logró jamás mi corona de oro engañar mi
tristeza.





CONSTANÇA D'ARAGÓ. 1284. Rey en Pere III, Pedro III de Aragón





Mes fins ara 's pot dir
qu'era


Reyna
solament de nom


L'esposa
del rey en Pere:


Que
som reyna vertadera


Ben
prompte ho veurá tothom.


Res
em fa que pugan creure


Que
de bronzo un cor abrich.


No
'm quedarán res a deure:


Del
cálzer que 'm feren beure


Ne
beurá mon inimich.


Que
plor. Si. Qu'ensaboresca


Aquell
glop d'amarch verí.


Per
ágre que li paresca,


Com
las gotes d'una bresca


Els
seus plors serán per mí.


Y
¡cóm s'engana si espera


Que
podrá la compassió


Fer
tornar mon bras arrera!


L'esposa
del rey en Pere


Arrera
no torna, no.


Primer
daria a mans plenes


Les
joyes de mon tresor,


Mon
manto faria benes,


Sanch
treuria de mes venes,


Trossos
faria mon cor.


Que
totes les nits encara


Quant
estich mitx condormida,


M'arriba
una veu ben clara,


La
triste veu de mon pare,


Que
“mort y venjança” crida.





Mas, hasta ahora solo en
el nombre puede decirse que era reina la esposa del rey Don Pedro,
pronto confesará el mundo que soy reina verdadera.



Que
lo crean, que es de bronce mi corazón! Saldada quedará la deuda.
Del cáliz que me dio a beber beberá mi enemigo.


Que
llore. Sí. Que saboree toda la hiel de aquel veneno. Qué importa
que sea amargo; como gotas de miel serán sus lágrimas para mi
corazón.


Y
¡cuánto se engaña si espera que podrá la compasión detener mi
brazo! No retrocede, no, la esposa del rey Don Pedro. (III de Aragón)


Antes
desperdiciaría las joyas de mi tesoro, trizas haría de mi manto
real, regaría la sangre de mis venas, rompería en pedazos mi
corazón.


Que
todas las noches, cuando viene el sueño a cerrar mis párpados,
llega todavía la voz triste de mi padre clamando “muerte y
venganza”.





Venjança, dolsa
venjança,


Anys
fa qu'envers tú m'empenyen


El
desitx y l'esperança;


Pero
avuy mon bras l''alcança,


Avuy
mos brassos l''estrenyen.


No
'l' deixaré. No m'espanta,


No
'm gela 'l cor el nom teu:


Quant
ets justa també ets santa,


Ets
un cástich qu'adelanta


L'invisible
má de Deu.


Me
venjaré a tota ultrança:


Qu'el
botxí son ferro esmol,


Y
axí veurán còm s'alcança;


Qu'aquesta
avorrida França


En
sentir mon nom tremol. -





Axó
's deya a sí matexa


La
reyna dona Constança,


La
muller del rey en Pere,


Qu'en
la Sicilia comanda.


En
son palau de Messina


Tanta
de gent s'ha aplegada,


Que
en sa cort, mes no 'n tendría


L'emperatriu
de Alemanya.


En
son trono está la reyna


Ab
la corona posada,


Ab
lo pom d'òr y lo sceptre,


Distintius
de soberana.


Dels
infants que tant estima


Un
ne vol a cada banda,





Venganza, dulce venganza!
años ha que a ti me arrastra mi anhelo, tú eres mi única ilusión;
mas hoy logro alcanzarte, hoy te estrecho entre mis brazos.


No
te dejaré. No me estremece, no hiela tu nombre mi corazón; eres el
castigo que anticipa la invisible mano de Dios.


Me
vengaré a todo trance; que afile su hacha el verdugo; así verá el
mundo como tiembla solo a mi nombre esa aborrecida Francia. -


Así
hablaba a su corazón Doña Constanza, la esposa del rey Don Pedro,
la soberana de Sicilia.


Es
tanta la muchedumbre que se ha juntado en su palacio de Mesina, que
más grande no la tuviera en su corte la emperatriz de Alemania.


En
su trono está la reina, ceñida a su frente la corona, en sus manos
el globo de oro y el cetro, emblemas de soberana.


A
su lado tiene a sus amados hijos, su alteza





Té en Frederich a má
esquerra,


A
má dreta l'alt en Jacme.


Y
sols ells tres allá séuen


En
les cadires daurades,


Sobre
vistosa catifa


De
flors vermelles y blaves.
-----





Ornament
que sembla impròpi,


Del
costat la paret tapan


Una
folgada cortina


Y
un dosser de negre llana.





De
Jesucrist la figura


Imponent
allá destaca,


Coronat
el cap d'espines,


En
la creu les mans clavades,


Devant
ella resplandexen


De
cera groga sis atxes


Que
ab la seua llum recordan


Les
de trista funeraria.


Y
prop d'allá per lo sèries


De
terror el pit conglassan


De
set rigurosos jutges,


Vestits
de negre, les cares,
___





Ni
se miren, ni sonríuen,


Ni
se parlan ab veu baxa,


Y
aquella cambra está plena


De
cavallers y de dames;









el infante Federico a la
izquierda, y a la diestra Don Jaime.


Solo
ellos tres ocupan los dorados asientos sobre una vistosa alfombra de
flores azules y coloradas.


___


Impropio
semeja el ornamento de la estancia; de un lado cubren la pared una
holgada cortina y un dosel de negra lana.


En
el fondo destaca severa y majestuosa la imagen de Jesucristo,
coronado de espinas y clavado en la cruz.


Sobre
el altar resplandecen seis blandones de amarilla cera, y su luz
recuerda la de tristes funerales.


Y
junto a él se hallan sentados y vestidos de negro siete jueces de
imponente aspecto; su rostro hiela de terror.


____



No
se dirigen una mirada, ni sonríen, ni se hablan por lo bajo, y está
llena la sala de damas y caballeros,





De patges y de donzelles,


De
barons de antich paratge,


De
prelats que duhen mitra,


De
guerrers qu'han guanyat fama;


De
valents que compartexen


Ab
el gran Rotger de Lauria


Lo
domini de les ones,


Els
perills de les borrasques.


Hi
há nobles de Sicilia,


De
la Grecia, d'Alemanya,


Catalans,
aragonesos...


Sols
un de francesa rassa.
____





En
Carles príncep de Nápols,


Del
tronch d'Anjú noble rama,


Que
a n'en Rotger sens afronta


Rendí
sa vensuda espasa,


N'es
aquest qu'allá se troba


Presoner
y en mitx de llançes,


Aguardant
que decidesca


De
sa vida una paraula.


Ni
la tem, ni la provoca.


De
sos ulls tranquils no saltan


Ni
de fel amargues gotes,


Ni
espires d'encesa rábia.


Sabent
a qué está sotsmesa


La
cega sòrt de les armes,


Ni
l'orgull son front axeca,


Ni
'l dolor son front acala.





De pajes, doncellas y
barones de antiguo linaje, de prelados y guerreros de ilustre fama,


De
valientes que con el gran Roger de Lauria compartieron el dominio de
las olas y el peligro de las tormentas.


Hay
nobles de Sicilia, de Grecia, de Alemania, catalanes, aragoneses....
uno sólo hay, uno de francesa estirpe.


Don
Carlos príncipe de Nápoles, de la noble rama de Anjou, el que sin
afrenta depuso a los pies de Roger su vencida espada,


Es
el que allí entre lanzas se halla prisionero, aguardando a que
decida de su suerte una palabra.


Ni
la teme, ni la provoca. De sus tranquilos ojos no se desprenden
amargas gotas de hiel, ni una chispa de furor centellea de sus
pupilas.


Sabe
que es ciega la suerte de las armas, he aquí porqué ni eleva su
frente el orgullo, ni la abate el dolor.






Mes fort que son bras de
ferro


Quant
feria en la batalla,


Un
cor té que no 'l doblegan


De
la mort les amenasses.


Prou
coneix qu'ella s'acosta,


La
remor sent de ses ales,


Y
la sent com grossa alzina


Els
bramuls de la ventada.


____


Fit
a fit la reina 'l mira,


Y
llavores sí que ratja


Sanch
mes viva y mes bullenta


De
son cor l'antiga llaga!


Del
color de les roselles


Enceses
mostre les galtes,


Y
del foch qu'en son pit cova


Respiran
p'els ulls les flames.


___



Rompent
aquell llarch silenci:


-
¿Sabeu, oh jutges, esclama,


Que
del Rey Manfré som filla?...


Som
la filla desditxada! -


Y
sa passió rencorosa


Cedint
a la pena amarga,


Son
esperit li flaquetja,


Y
sos ulls en plors esclatan.





Más fuerte que su brazo
de hierro cuando hiere en la batalla, más fuerte es su corazón; no
le ablandan las amenazas de la muerte.


Bien
conoce que esta se aproxima, ya siente el rumor de sus olas; siente
como la poderosa encina los bramidos del vendaval.


Le
contempla la reina tenazmente, fija en él su mirada, y es entonces
más viva y ardiente la sangre que chorrea por la antigua llaga de su
corazón.


Enciende
su rostro el color de la amapola, y sale por sus ojos la llama del
fuego que devora su pecho.


Rompiendo
aquel tan largo silencio exclama:


¿Sabéis,
oh jueces, que soy la desdichada hija del rey Manfredo?... -


Y
cediendo a su amarga pena la pasión rencorosa, flaquea su espíritu
y rompe en llanto.








- No ploreu, aquells
responen,


Senyora,
seréu venjada.


Del
rey Manfré la memoria


Lo
temps no ha esborrat encara.


Del
rey Coradí l'afronta


Hem
pesat en la balança:


Cap
per cap es la justicia,


Mort
per mort la lley demana. -


-
Demá...! y s'atura. - Reyna!


Diu
el príncep ab gran calma,


Si
fòs encara possible


Demanaria
una gracia.


-
No hi há mercé. - Es tan petita!


-
Y es? - Morir quant la campana


Tòqui
a las tres del capvespre


La
tercera batayada.


-
Per qué axí?... - Demá 's divendres,


Mon
calvari es una plassa,


Y
en el seu en aquesta hora


Mon
Redemptor espirava.
___



Commoguda,
com si fossen


Tan
poques y humils paraules


Ferest
tró d'una centella


Que
reventás dins la cambra,


La
reina s'axeca dreta,


Gira
el cap, y ses mirades


En
la figura 'n tropessan


Que
baix del dosser ressalta.





- No lloréis, responden
los jueces, seréis vengada señora. El tiempo no ha borrado todavía
la memoria del rey Manfredo.


Hemos
pesado en la balanza la afrenta del rey Coradino; cabeza por
cabeza, esta es la justicia; muerte por muerte, esta es la ley.


-
Mañana...! y se detiene. - Reina! dice el príncipe con sosiego, si
aún fuera posible os pediría una gracia.

-
No hay perdón. - Es tan corta...! - Y es?


-
Morir a las tres de la tarde, al sonar la tercera campanada.




-
Por qué así?... - Mañana es viernes, una plaza es mi calvario, y
en el suyo y en aquella hora exhaló mi Redentor el último suspiro.
-


Conmovida,
como si estas breves y humildes palabras fuesen el pavoroso trueno de
un rayo caído en la estancia,


Levántase
la reina, vuelve la cabeza y su mirada se encuentra con la figura que
bajo el dosel extiende sus brazos.





Gran batech el cor li
dona,


Mut
gemech son pit eczhala, (exhala)


Y
ab sa veu que li tremola,


Pero
veu ben estil-lada:


-
Barons, diu, en Catalunya


Lo
Rey mon espòs s'encuantra,


A
ell li pertany fer sentencia


De
tal príncep en la causa.


Si
mon perdó necessita,


Lo
té ja, qu'a mí no 'm bastan


Els
llorers que se mostian,


Els
llorers qu'ab sanch se guanyan. -





Com
estorats tots se quedan


Mentres
qu'ella s'adelanta,


Al
príncep besa en la boca


Y
sa ma dreta li allarga.


Y
ningú 's tem que sa esquerra


Comprimint
son pit estava,


Y
que 's deya a sí matexa:


-
¡Calla, cor meu, calla, calla!


No
'm recordis que som reyna,


Recórdem
que som cristiana,


Que
Jesucrist es mon mestre,


Que
Jesucrist es mon pare. -


____



Sacude su corazón un
fuerte latido, mudas quejas su pecho exhala, y con voz temblorosa
pero segura:

-
Barones, dice, en Cataluña se halla el rey mi esposo, a él toca
fallar en la causa de este príncipe.

Si
mi perdón necesita, lo tiene ya; no me bastan laureles que se
marchitan, laureles ganados con sangre.


Asombrada
queda la muchedumbre mientras ella se adelanta, besa al príncipe en
la boca y le alarga su diestra.


Y
nadie se apercibe de que comprimiendo con la otra mano su corazón,
le decía:
- Calla, corazón mío, calla, calla!


No
me recuerdes que soy reina, recuérdame que soy cristiana, que
Jesucristo es mi maestro, que Jesucristo es mi padre. -

___

jueves, 25 de febrero de 2021

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA SEXTA.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA SEXTA.

Lo rey Carlos, ya agüelo, victoriós, enamorat de una joveneta, avergoñínsen del seu loco amor, an esta y a una germana seua case honrosamen.

Después de que lo rey va dixá que discutigueren un rato sobre la historia anterió, mirán a Fiameta, li va maná que novelán los traguere de la seua discusió; ella, sense esperá gens, va escomensá:

Tos contaré una historia de un rey valén, contán lo que va fé sense faltá al seu honor.
Tots vatres podéu habé sentit nombrá moltes vegades al rey Carlos lo agüelo, o be lo primé, les seues magnífiques acsións, la gloriosa victoria sobre lo rey Manfredo, cóm van sé expulsats los gibelinosde Florencia y van torná allí los güelfos. Per la seua fama, un caballé de nom micer Neri dels Uberti, en tota la seua familia y en mols dinés va eixí de allí, y no va voldre humillás mes que daball de la protecsió de este rey Carlos.
Neri, pera está a un puesto solitari y acabá allí en descáns la seua vida, a Castellammare de Stabia sen va aná; y allí, a un tiro de ballesta de les demés habitassións de la siudat, entre oliveres u olivés, avellanés y castañés, que són abundáns an aquella comarca, va comprá una possessió; allí va fé obrá una gran casa hermosa y un deleitable vergé abundán de aigua corrén, y al mich se va fé una bassa y la va plená de peixos de colós.
Cada día cuidánse de fé mes majo lo seu jardí, va passá que lo rey Carlos, cuan apretabe la calina, va aná un tems a descansá a Castellammare, aon, escoltán la bellesa del jardí de micer Neri, va voldre vórel. Y sabén que ere del partit contrari al seu, volíe comportás mes familiarmen en ell; y li va maná a di que en cuatre acompañáns, en privat, la nit siguién volíe sopá en ell al seu jardí. Aixó li va agradá mol a micer Neri, y se van fé pará magníficamen les taules, y habén arreglat en los seus criats lo que se teníe que fé, lo mes alegremen que va pugué y sabé va ressibí al rey al seu hermós jardí. Lo rey, después de voltá tot lo jardí y vore la casa de micer Neri, u va alabá tot, y se van assentá a la vora de la bassa, se van rentá, y li va maná al conde Guido de Monforte, que ere un dels seus acompañáns, que se assentare a un costat seu, y a micer Neri al atre, y als atres tres que en ell habíen vingut los va maná que serviren la taula segóns lo orden establit per micer Neri. Van vindre allí les begudes delicades, los vins mes bons y pressiosos, y la manera de serví va sé mol bella y digna de alabansa, sense cap soroll ni error, y lo rey u va alabá mol. Y están minján an aquell puestet apartat, van entrá al jardí dos jovenetes de uns quinse añs, rubies o rosses com fils dor y en lo pel solt ben adornat, y damún, una fina guirnalda de vincapervinca; y anaben vestides en un vestidet de lino o lli sutilíssim y blang com la neu, que de sintura cap amún ere mol ajustat, y de sintura cap aball, ample, com si fore un pabelló y llarg hasta los peus. La que anabe dabán portabe als muscles uns argadellets en un parell de canastetes, y portabe una gayata llarga, y un feixet de lleña, y uns trébedes: tres peus per al foc, y un cante de oli y una tea ensesa. Al vóreles lo rey, se va maravillá y va esperá a vore en qué parabe alló. Les jovenetes, arribán dabán dell, honestamen y tímides li van fé una reverensia, y después, la que portabe la paella, dixánla an terra y les demés coses a la vora, va agarrá la gayata que l’atra portabe, y les dos van entrá a la bassa peixquera, arribánlos l´aigua hastal pit. Un dels criats de micer Neri, rápidamen va ensendre lo foc, va colocá la paella damún dels trébedes, va abocá an ella oli, y va a esperá a que les jovenetes li aviaren los peixos. De elles, una, rebuscán als caus aon sabíe que se amagaben los peixos, y l’atra parán les canastes, en poc rato van agarrá un mun de peixos, que li passaben al criat, y este los tirabe a la paella encara vius, y los mes majos los aviáen damún de la taula, dabán del rey, del conde Guido y son pare. Estos peixos se movíen per la taula, boqueján, y al rey li agaradabe mol pessigáls y aviáls a les jovenetes, y aixina un rato van está jugán, hasta que lo criat va acabá de frechí tots los que li habíen donat; aixó va sé un entremés. Les jovenetes van eixí de la peixquera en lo vestit blang apegat a la carn y casi sense amagá res dels seus delicats cossos; y habén cada una arreplegat les coses que habíen portat, passán vergoñoses dabán del rey, sen van entorná cap a casa. Lo rey, lo conde y los demés que servíen habíen remirat an estes jovenetes, y tots les habíen trobat mol majes y ben fetes, y ademés de aixó, amables y corteses; pero sobre tots los demés li habíen agradat al rey; este, tan atento estabe miránles cuan eixíen del aigua que si entonses l´hagueren punchat no u haguere notat.
Y sense tráuresseles del cap, sense sabé quí eren, va sentí al cor despertás un ardentíssim dessich de agradáles, per lo que mol be va vore que se enamoraríe si no teníe cuidadet; y no sabíe quina de les dos li agradabe mes, de tan que se assemellaben. Pero después de cavilá un rato, giránse cap a micer Neri li va preguntá quí eren les dos damisseles; a lo que micer Neri va contestá:

- Monsiñó, són les meues filles, naixcudes de una bessonada, una se diu Ginebra la guapa y l’atra Isotta la rubia.

Lo rey les va alabá mol, exhortánlo a casáles pronte. Y en aixó, no quedán mes que la fruita per a serví a la taula, van vindre les dos joves en dos corpiños de tafetán bellíssims, en dos grandíssimes bandejes de plata a la ma plenes de fruites variades del tems, y les van portá dabán del rey. Y fet aixó, apartánse un poc, van escomensá a cantá una tonada que escomensabe: aón hay arribat, Amor, contás no podríe llargamen, en tanta dolsó que al rey, que les mirabe y escoltáe, li pareixíe que totes les jerarquíes dels ángels habíen baixat allí a cantá; y acabada aquella tonadeta, aginollánse, reverenmen li van demaná llissensia al rey, que, encara que li dolguere que sen anigueren, les va llisensiá y despedí. Acabat lo sopá, y habén tornat lo rey a montá a caball en los seus compañs, separánse de micer Neri, parlán de varies coses, van torná al palau real. Allí, tenín lo rey la seua passió amagada y no podén olvidás de la hermosura de les donselles, tan se va dixá enchampá a la amorosa trampa que casi no podíe pensá en datra cosa; y fen vore atres motius, va entablá una estreta familiaridat en micer Neri y mol assobín visitabe lo seu hermós jardí pera vore a les mosses, sobre tot a Ginebra. Y no podén ya mes soportáu, y habénli vingut al pensamén no sol una, sino les dos jovenetes péndreli a son pare, li va manifestá la seua intensió y lo seu amor al conde Guido. Este, que ere un home valerós, li va di:

- Monsiñó, me maravelle mol lo que me diéu, perque desde la vostra infansia hay sabut milló que dingú les vostres costums; y com a la vostra juventut (cuan Amor mes fássilmen pot pessigá) no vau tindre estes passións, sentíntos ara, que ya estéu prop de la vellesa, me resulte tan raro y tan extrañ que vullgáu ara que casi me pareix un milagre. Y si a mí me corresponguere empéndretos, sé be lo que tos diría, considerán que estéu encara en armes en lo regne ressienmen conquistat, entre gens per coneixe y plenes de engañs y de traissió, y mol ocupat en grandíssims menesters de alt gobern, y encara no hau pogut assentátos cuan entre tantes coses li hau fet puesto al amor. Aixó no es propi de rey magnánim, sino de un mosso. Y ademés de aixó, lo que es mol pijó, diéu que hau pensat péndreli les dos filles al pobre caballé que a casa seua tos ha honrat mes de lo que podíe, y per a honrátos mes tos les ha amostrat casi despullades, testimonián en alló cuánta fe tos té, y que firmemen creu que vos sou un rey y no un llop rapás. ¿To sen ha anat tan pronte de la memoria que la violensia feta a les dones per Manfredo tos ha ubert les portes de este regne? ¿Quína traissió digna del etern suplissi siríe esta: que an aquell que tos honre li prengáu lo seu honor, lo seu be, la seua esperansa y lo seu consol? ¿Qué se diríe si u faiguéreu? potsé creéu que prou excusa siríe di: «U vach fé perque es gibelino». Pos ¿es aixó propi de la justissia de un rey, que als que als seus brassos se avíen de esta forma los trato, siguen qui siguen? Tos recordo, rey, que grandíssima gloria ha sigut vénse a Manfredi y derrotá a Curradino, pero mol mes gran es vénses a sí mateix; y per naixó, vos, que hau de corregí als atres, venséutos a vos mateix y refrenéu estes ganes, y no vullgáu en esta taca destruí lo que gloriosamen hau conquistat. Estes paraules van ferí amargamen lo ánim del rey, perque veíe que eren verdat; per lo que, después de suspirá, va di: - Comte, per mol gran que sigue lo meu dessich y nessessita forses inestimables, me han espolejat tan les vostres paraules que, de aquí pocs díes, voréu en obres que igual que sé vénse a datres, sabré vénsem a mí mateix.

Y no mols díes después de tindre estes paraules, va torná lo rey a Nápols, per a apartás de la ocasió de fé alguna cosa vil y pera premiá al caballé del honor ressibit per nell. Encara que li costare vore a datres tindre lo que ell mol dessichabe, se va disposá a casá a les dos jovenetes, com si foren les seues filles, y les va dotá magníficamen. A Ginebra la guapa la va casá en micer Maffeo de Palizzi, y a Isotta la rubia en micer Guiglielmo de la Magna, nobles caballés y grans baróns los dos; y en doló inestimable sen va aná a Apulia : Puglia, y en continues fatigues va aná perdén la seua gana, y trencades les amoroses cadenes, tot lo que li va quedá de vida va passá liberat de consevol passió. Ñaurá potsé qui digue que poca cosa es pera un rey habé casat a dos jovenetes, y en raó, pero que un rey enchochat u haigue fet, casán an aquelles que volíe sense pendre lo fruit o la flo, es mol diferén.
Aixina pos, va obrá lo magnífic rey recompensán al noble caballé, honrán a les seues filles y vensínse an ell mateix.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA SEXTA.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA SEXTA.


Lo rey Carlos, ya agüelo, victoriós,
enamorat de una joveneta, avergoñínsen del seu loco amor, an esta y
a una germana seua case honrosamen.


Después de que lo rey va dixá que
discutigueren un rato sobre la historia anterió, mirán a Fiameta,
li va maná que novelán los traguere de la seua discusió; ella,
sense esperá gens, va escomensá:


Tos contaré una historia de un rey
valén, contán lo que va fé sense faltá al seu honor.
Tots
vatres podéu habé sentit nombrá moltes vegades al rey Carlos lo
agüelo, o be lo primé, les seues magnífiques acsións, la gloriosa
victoria sobre lo rey Manfredo, cóm van sé expulsats los gibelinos
de Florencia y van torná allí los güelfos. Per la seua fama, un
caballé de nom micer Neri dels Uberti, en tota la seua familia y en
mols dinés va eixí de allí, y no va voldre humillás mes que
daball de la protecsió de este rey Carlos.
Neri, pera está a un
puesto solitari y acabá allí en descáns la seua vida, a
Castellammare de Stabia sen va aná; y allí, a un tiro de ballesta
de les demés habitassións de la siudat, entre oliveres u olivés,
avellanés y castañés, que són abundáns an aquella comarca, va
comprá una possessió; allí va fé obrá una gran casa hermosa y un
deleitable vergé abundán de aigua corrén, y al mich se va fé una
bassa y la va plená de peixos de colós.
Cada día cuidánse de
fé mes majo lo seu jardí, va passá que lo rey Carlos, cuan
apretabe la calina, va aná un tems a descansá a Castellammare, aon,
escoltán la bellesa del jardí de micer Neri, va voldre vórel. Y
sabén que ere del partit contrari al seu, volíe comportás mes
familiarmen en ell; y li va maná a di que en cuatre acompañáns, en
privat, la nit siguién volíe sopá en ell al seu jardí. Aixó li
va agradá mol a micer Neri, y se van fé pará magníficamen les
taules, y habén arreglat en los seus criats lo que se teníe que fé,
lo mes alegremen que va pugué y sabé va ressibí al rey al seu
hermós jardí. Lo rey, después de voltá tot lo jardí y vore la
casa de micer Neri, u va alabá tot, y se van assentá a la vora de
la bassa, se van rentá, y li va maná al conde Guido de Monforte,
que ere un dels seus acompañáns, que se assentare a un costat seu,
y a micer Neri al atre, y als atres tres que en ell habíen vingut
los va maná que serviren la taula segóns lo orden establit per
micer Neri. Van vindre allí les begudes delicades, los vins mes bons
y pressiosos, y la manera de serví va sé mol bella y digna de
alabansa, sense cap soroll ni error, y lo rey u va alabá mol. Y
están minján an aquell puestet apartat, van entrá al jardí dos
jovenetes de uns quinse añs, rubies o rosses com fils dor y en lo
pel solt ben adornat, y damún, una fina guirnalda de vincapervinca;
y anaben vestides en un vestidet de lino o lli sutilíssim y blang
com la neu, que de sintura cap amún ere mol ajustat, y de sintura
cap aball, ample, com si fore un pabelló y llarg hasta los peus. La
que anabe dabán portabe als muscles uns argadellets en un parell de
canastetes, y portabe una gayata llarga, y un feixet de lleña, y uns
trébedes: tres peus per al foc, y un cante de oli y una tea ensesa.
Al vóreles lo rey, se va maravillá y va esperá a vore en qué
parabe alló. Les jovenetes, arribán dabán dell, honestamen y
tímides li van fé una reverensia, y después, la que portabe la
paella, dixánla an terra y les demés coses a la vora, va agarrá la
gayata que l’atra portabe, y les dos van entrá a la bassa
peixquera, arribánlos l´aigua hastal pit. Un dels criats de micer
Neri, rápidamen va ensendre lo foc, va colocá la paella damún dels
trébedes, va abocá an ella oli, y va a esperá a que les jovenetes
li aviaren los peixos. De elles, una, rebuscán als caus aon sabíe
que se amagaben los peixos, y l’atra parán les canastes, en poc
rato van agarrá un mun de peixos, que li passaben al criat, y este
los tirabe a la paella encara vius, y los mes majos los aviáen damún
de la taula, dabán del rey, del conde Guido y son pare. Estos peixos
se movíen per la taula, boqueján, y al rey li agaradabe mol
pessigáls y aviáls a les jovenetes, y aixina un rato van está
jugán, hasta que lo criat va acabá de frechí tots los que li
habíen donat; aixó va sé un entremés. Les jovenetes van eixí de
la peixquera en lo vestit blang apegat a la carn y casi sense amagá
res dels seus delicats cossos; y habén cada una arreplegat les coses
que habíen portat, passán vergoñoses dabán del rey, sen van
entorná cap a casa. Lo rey, lo conde y los demés que servíen
habíen remirat an estes jovenetes, y tots les habíen trobat mol
majes y ben fetes, y ademés de aixó, amables y corteses; pero sobre
tots los demés li habíen agradat al rey; este, tan atento estabe
miránles cuan eixíen del aigua que si entonses l´hagueren punchat
no u haguere notat.
Y sense tráuresseles del cap, sense sabé
quí eren, va sentí al cor despertás un ardentíssim dessich de
agradáles, per lo que mol be va vore que se enamoraríe si no teníe
cuidadet; y no sabíe quina de les dos li agradabe mes, de tan que se
assemellaben. Pero después de cavilá un rato, giránse cap a micer
Neri li va preguntá quí eren les dos damisseles; a lo que micer
Neri va contestá:


- Monsiñó, són les meues filles,
naixcudes de una bessonada, una se diu Ginebra la guapa y l’atra
Isotta la rubia.


Lo rey les va alabá mol, exhortánlo a
casáles pronte. Y en aixó, no quedán mes que la fruita per a serví
a la taula, van vindre les dos joves en dos corpiños de tafetán
bellíssims, en dos grandíssimes bandejes de plata a la ma plenes de
fruites variades del tems, y les van portá dabán del rey. Y fet
aixó, apartánse un poc, van escomensá a cantá una tonada que
escomensabe: aón hay arribat, Amor, contás no podríe llargamen, en
tanta dolsó que al rey, que les mirabe y escoltáe, li pareixíe que
totes les jerarquíes dels ángels habíen baixat allí a cantá; y
acabada aquella tonadeta, aginollánse, reverenmen li van demaná
llissensia al rey, que, encara que li dolguere que sen anigueren, les
va llisensiá y despedí. Acabat lo sopá, y habén tornat lo rey a
montá a caball en los seus compañs, separánse de micer Neri,
parlán de varies coses, van torná al palau real. Allí, tenín lo
rey la seua passió amagada y no podén olvidás de la hermosura de
les donselles, tan se va dixá enchampá a la amorosa trampa que casi
no podíe pensá en datra cosa; y fen vore atres motius, va entablá
una estreta familiaridat en micer Neri y mol assobín visitabe lo seu
hermós jardí pera vore a les mosses, sobre tot a Ginebra. Y no
podén ya mes soportáu, y habénli vingut al pensamén no sol una,
sino les dos jovenetes péndreli a son pare, li va manifestá la seua
intensió y lo seu amor al conde Guido. Este, que ere un home
valerós, li va di:


- Monsiñó, me maravelle mol lo que me
diéu, perque desde la vostra infansia hay sabut milló que dingú
les vostres costums; y com a la vostra juventut (cuan Amor mes
fássilmen pot pessigá) no vau tindre estes passións, sentíntos
ara, que ya estéu prop de la vellesa, me resulte tan raro y tan
extrañ que vullgáu ara que casi me pareix un milagre. Y si a mí me
corresponguere empéndretos, sé be lo que tos diría, considerán
que estéu encara en armes en lo regne ressienmen conquistat, entre
gens per coneixe y plenes de engañs y de traissió, y mol ocupat en
grandíssims menesters de alt gobern, y encara no hau pogut
assentátos cuan entre tantes coses li hau fet puesto al amor. Aixó
no es propi de rey magnánim, sino de un mosso. Y ademés de aixó,
lo que es mol pijó, diéu que hau pensat péndreli les dos filles al
pobre caballé que a casa seua tos ha honrat mes de lo que podíe, y
per a honrátos mes tos les ha amostrat casi despullades, testimonián
en alló cuánta fe tos té, y que firmemen creu que vos sou un rey y
no un llop rapás. ¿To sen ha anat tan pronte de la memoria que la
violensia feta a les dones per Manfredo tos ha ubert les portes de
este regne? ¿Quína traissió digna del etern suplissi siríe esta:
que an aquell que tos honre li prengáu lo seu honor, lo seu be, la
seua esperansa y lo seu consol? ¿Qué se diríe si u faiguéreu?
potsé creéu que prou excusa siríe di: «U vach fé perque es
gibelino». Pos ¿es aixó propi de la justissia de un rey, que als
que als seus brassos se avíen de esta forma los trato, siguen qui
siguen? Tos recordo, rey, que grandíssima gloria ha sigut vénse a
Manfredi y derrotá a Curradino, pero mol mes gran es vénses
a sí mateix; y per naixó, vos, que hau de corregí als atres,
venséutos a vos mateix y refrenéu estes ganes, y no vullgáu en
esta taca destruí lo que gloriosamen hau conquistat. Estes paraules
van ferí amargamen lo ánim del rey, perque veíe que eren verdat;
per lo que, después de suspirá, va di: - Comte, per mol gran que
sigue lo meu dessich y nessessita forses inestimables, me han
espolejat tan les vostres paraules que, de aquí pocs díes, voréu
en obres que igual que sé vénse a datres, sabré vénsem a mí
mateix.


Y no mols díes después de tindre estes
paraules, va torná lo rey a Nápols, per a apartás de la ocasió de
fé alguna cosa vil y pera premiá al caballé del honor ressibit per
nell. Encara que li costare vore a datres tindre lo que ell mol
dessichabe, se va disposá a casá a les dos jovenetes, com si foren
les seues filles, y les va dotá magníficamen. A Ginebra la guapa la
va casá en micer Maffeo de Palizzi, y a Isotta la rubia en micer
Guiglielmo de la Magna, nobles caballés y grans baróns los dos; y
en doló inestimable sen va aná a Apulia : Puglia, y en continues
fatigues va aná perdén la seua gana, y trencades les amoroses
cadenes, tot lo que li va quedá de vida va passá liberat de
consevol passió. Ñaurá potsé qui digue que poca cosa es pera un
rey habé casat a dos jovenetes, y en raó, pero que un rey enchochat
u haigue fet, casán an aquelles que volíe sense pendre lo fruit o
la flo, es mol diferén.
Aixina pos, va obrá lo magnífic rey
recompensán al noble caballé, honrán a les seues filles y vensínse
an ell mateix.